lunes, 13 de septiembre de 2021

El observador (Escrito por Evanora)


 
Me siento en un banco que hay encima de la parada de metro de Moncloa. Llevo todo el día caminando, dando vueltas sin un destino fijo. Me siento en la esquina donde por un lado veo los coches pasar y la gente corriendo hacia el metro.

Debajo de mi, en la entrada del metro hay una mujer que le esta gritando al teléfono. Por el tono tiene pinta que está discutiendo con la persona que está al otro lado del teléfono. Todo el mundo se está enterando de la conversación. No entiendo porque cuando nos enfadamos gritamos más, como si eso hiciera que nos escuchara mejor. Pero todos sabemos que nos escuchan igual que cuando gritamos e incluso diría que nos escuchan mejor cuando no gritamos ya que solemos decir las cosas más claras y tranquilas.

Otra mujer que parece embarazada está sentada en el banco mirando la puerta del metro. Parece que está esperando a alguien. ¿Será su marido, su amante, su hermano o hermana?

A lo lejos, veo a una pareja de tercera edad que están paseando y van agarrados de la mano. Van charlando y riendo, seguro que recordando cosas bonitas que han vivido.

Por otro lado veo a una pareja joven que no para de besarse. Pareciese que se están comiendo el uno al otro. Sus manos no paran de recorrer el cuerpo del otro y están tan pegados que no debe correr ni pizca de aire entre ellos. Es como si intentasen fundirse el uno con el otro hasta ser sola una persona.

¡Ay! qué bonito es el amor y que pena que no dure para siempre.

También veo a unos chavales haciendo el tonto. Están jugando y riéndose. De vez en cuando echan miradas indiscretas a la pareja y cuchichean entre ellos. Alguno seguro que tiene envidia del espectáculo que están viendo y les gustaría estar en el sitio del chico.

Me gusta este sitio. Desde este ángulo puedo observar sin ser observado.

No me mal interpretéis la gente me puede ver, no soy invisible, pero quien va a reparar en un hombre de 60 años que aparenta más edad de la que tiene, que parece que está cansado y lleva unas ropas un poco sucias y rotas.

Todo el mundo está pendiente de sus propias cosas que no presta atención a los demás. Seguro que si decidiera suicidarme en este mismo momento nadie prestaría la mayor atención a lo que iba a hacer ni intentarían hacer nada para impedirlo.

Nadie me echaría de menos. De eso estoy seguro. Indudablemente al día siguiente sería noticia en los periódicos y en las noticias. El titular de la noticia sería suicidio a las afueras del metro de Moncloa. En el contaría que un hombre se quitó la vida saltando a la carretera y con suerte ningún coche le atropello ó causo un accidente haciendo que un coche le atropellará. Pero al siguiente ya sería historia y nadie me recordaría ni me echaría de menos. La vida seguiría y aquí como si nada hubiese pasado.

Total una vida, una vida menos no cuenta ¿no?

Bueno supongo de quien sea esa persona. Seguro que si es un famoso o famosa mundialmente conocida sí que dejaría un poco conmocionada al mundo pero siendo una persona “normal y corriente” e incluso diría que pobre no le echaría en falta nadie.

Pienso en si hacerlo o no hacerlo.

Vuelvo a mirar a las personas que están a mí alrededor. Se respira tanta vida en este sitio. Si alguno no estuviera centrado en su vida y prestase más atención a su entorno se daría cuenta de todo lo que pasa, de las intenciones que tengo.

Me levanto, me subo al banco, estiro los brazos, cierro los ojos y cojo aire. Me preparo para hacerlo.
Estoy decidido a hacerlo. Es ahora o nunca. Solo son unos pasitos de nada y ya todo habrá acabado. No sentiré nada. Todo será rápido.

Escucho varias exclamaciones de terror. Oigo algún que otro susurro. Siento el tic-tac de algún reloj, notando como van pasando poco a poco los segundos.

Pero todo eso no me importa.

Vuelvo a respirar profundamente llenando mis pulmones de aire, siento el aire rozar mi mejilla como una leve caricia. Sonrío y lentamente voy abriendo los ojos. Me giro y marcho de allí sin mirar atrás. Siento alguna que otra mirada en mirada en mi espalda y escucho algún que otro cuchicheo. Pero nada de eso hace que me quite la sonrisa que tengo.

lunes, 28 de diciembre de 2020

Invisible


Cuéntamelo todo, desde el principio.

Toda la vida he sido un paria social, nací el último, todo era heredado, todo era de otros, nada nuevo para mí.

No tan al principio...

Has dicho que todo, no me cortes ahora.

¿Por donde iba? Ah si. Mi familia preferían a los demás, nunca me llamaban a mí y si lo hacían, preguntaban por los demás. El último en servir, el último en comer, el olvidado en los cumpleaños.

¿Podemos avanzar un poco más...?

Claro. En el colegio me paso más o menos lo mismo, no destacaba en los deportes, no sacaba dieces y, obviamente, no era el más popular de la clase. Marginado de los demás, era el último al que escogían, suspendía todo y mis compañeros se metían conmigo y como le caían bien a los profesores, hacían la vista gorda.
El último año fue el peor, estábamos a punto de dejar el colegio, hasta arriba de hormonas y con la edad del pavo jodiendo, con lo que toda la clase estaba revolucionada y yo era el puchinbol de sus golpes e insultos.

Todos lo pasamos mal en el colegio...

Déjame dudarlo. Me lo imagino como delegado de la clase. No, era demasiado para usted, pero no sacaba malas notas y sobresalía un poco más que los demás en los deportes. Eso le hizo mejorar las relaciones sociales, era amigo de todos, le invitaban a las fiestas y posiblemente tenía suerte con las chicas. ¿Su padre le dejo el coche y perdió su virginidad en él?

Estamos hablando de usted, mi pasado aquí no le importa.

Cierto, soy yo el que está al otro lado. En fin... Continuemos. Pase por distintos trabajos, todos de esfuerzo físico y bastante tiempo al sol. Ahí se me curtio el cuerpo, aunque claro, no tendría el cuerpo perfecto, tenía fuerza, pero mucha, mucha grasa. Era un gordo fuerte como se suele decir.

Al final conseguí encontrar un buen trabajo ¿Y sabe lo que era para los demás? Exacto, el último mono allí. Todos se hacían los majos conmigo, me hablaban bien, me preguntaban y fingían que les interesaba mi vida, pero era todo mentira, una fachada, todo el rato les veía hablar, reírse y sus miradas de asco (No siempre se puede disimular). Ellos tenían sus fiestas, sus quedadas, sus grupos y ni siquiera se molestaban en disimular delante de mí.

Vale, su vida era una mierda, hábleme ahora de su novia.

¡Ex! Es mi exnovia.

Pero bueno ¿Que puedo contar de ella? Le gustaba hacerse la víctima, sus mejores frases eran las de "yo no tengo amigos", "nadie me quiere" y demás ¿Pero sabe una cosa? Siempre estaba rodeada de gente, todos le hablaban a ella, todos preguntaban por ella. Mi familia, mis amigos, hasta mis compañeros hablaban más de ella que yo. No quiero decir que me los robase, no se puede robar a quien no tiene. Pero cuando estaba con ella empecé a verlo, cada día un poco más. Hablaban con nosotros y de nuestras posesiones, pero siempre en singular, nunca en plural, siempre era todo suyo. Empezamos a quedar, juntamos ambos grupos de amigos, pero acabaron dejándome de lado, a no llamarme, a no escribirme, incluso los últimos días ni siquiera me miraban a la cara.

Entonces pensé ¿Soy invisible? ¿Pueden verme? ¿Oírme? ¿Saben siquiera que estoy aquí? Me replantee hasta mi propia existencia, no saben lo doloroso que es saber que nadie te quiere, que nadie te escucha y sobretodo, que nadie te llorará...

¿Por eso la mato, para hacerse ver?

Si. Me vi todos los foros, blogs, películas y series gore que encontré. Bucee por lo más profundo de internet, me metí en los peores callejones, los peores antros y fui varías veces a la cárcel de visita. Necesitaba tener la mayor información posible, si realmente era invisible, por muy asqueroso y brutal de mi asesinato nadie se daría cuenta, podría salir andando con 100 personas alrededor y nadie me vería. Sería un fantasma.

Pero lo vieron, por eso está aquí. A punto de ir a la cárcel y no precisamente de visita...

Lo sé. Al fin he conseguido hacer lo que tanto deseaba. Ya no seré un don nadie, todos conocerán mi nombre, mi cara, mi historia... Al fin he conseguido dejar de ser invisible.

miércoles, 15 de julio de 2020

En las sombras


Vuelvo a mirar el reloj. Las 3 de la mañana.

-Otra vez...- Pienso mientras dejo caer mi cabeza sobre la almohada. -Todas las noches igual...-

Me giro sobre mi mismo para ver si puedo volver a dormirme rápidamente, pero tras un rápido parpadeo algo llama mi atención. Me quedo paralizado, mi mente trabaja a toda prisa intentando sacar una explicación, pero yo se lo que estoy viendo.

Intento encender la luz, pero mi mano no se mueve, intento gritar, pero de mi boca no sale ningún sonido, por un segundo creo que ni parpadeo. Mi corazón no para de latir, cada vez más fuerte, cada vez más rápido. Veo que se empieza a mover y... Suena el despertador, lo ignoro y me giro rápidamente. La silla esta vacía ¿Habrá sido un sueño?

Me despierto sobresaltado. He cenado demasiado y me esta pasando factura. Levanto la cabeza para mirar el reloj. Las 3 de la mañana.

-No puede ser, tiene que ser una broma. Es imposible que lleve una semana despertándome todos los días a la misma hora.

Me giro, hecho mano de la botella que tengo en la mesilla y le doy un trago largo, la vuelvo a dejar, pero antes de que pueda llegar a soltarla vuelvo a verlo.

-!Imposible! Es mi imaginación. Es mi imaginación. !Duérmete!- Me grito mentalmente, pero mi cuerpo no responde. Sigo teniendo agarrada la botella. Noto que la estoy apretando con mucha fuerza, pero no puedo soltarla. Vuelve a moverse. !Se ha levantado! Mi corazón late desbocado y... Suena el despertador. Me incorporo rápidamente, la silla sigue vacía. Pero al levantarme me noto los pies mojados. Miro al suelo y veo un gran charco de agua. Desvió la mirada hacia la mesilla y puedo ver mi botella volcada y tan estrujada que esta inservible.

-No puede haber sido un sueño.- Me digo. -No 2 veces seguidas.

Me despierto súbitamente. He tenido una pesadilla. Tapo mi cara con mis manos, pienso en mirar el reloj, pero no me atrevo a mirar. Las 3 de la mañana. Mi temor a causa de la pesadilla va aumentando. Me quedo mirando el reloj, esperando que cambie de minuto, que pase todo ya. Me da pánico girarme hacia la silla.

Sigo mirando el reloj. He estado contando y ha pasado más de 1 minuto. Según mis cálculos han pasado muchos más, pero el reloj sigue marcando las 3 en punto. Sentado en la cama, giro la cabeza lentamente, como si no quisiera que se viera que me estoy moviendo, dando a entender que sigo mirando el reloj.

Ahí esta de nuevo. Un escalofrió recorre mi alma.

-¡No! ¡No puede ser! ¡He sacado la silla de la habitación!

Ahí, sentado frente a mí. Sin mover un solo musculo. Vuelve a moverse, a levantarse. ¡Camina hacia mí! El corazón quiere salir de mi pecho. Salir corriendo. Pero al igual que mi cuerpo, no se mueve, se queda inmóvil.

Vuelve a sonar el despertador. Salto de la cama, cojo la silla y la lanzo por la ventana con un sonoro grito. Por suerte aún no hay nadie en la calle. Desde mi ventana veo estallar la silla en pedazos y esparcirse en todas las direcciones.

-Se acabo. Esta noche pienso dormir del tirón.

Me meto en la cama, miro a mi alrededor, la silla ha dejado un hueco vacío. Pienso en comprar una nueva, pero descarto esa idea rápidamente. -Por la mañana pensare que poner ahí.- Digo. -No tengo prisa, no es malo tener un espacio libre.

Estoy incomodo, siento un dolor en el pecho, más calor de lo normal y me cuesta moverme. Siento una sensación extraña, como si me mirasen fijamente. Abro los ojos, pero no quiero creer lo que ven. Mi boca se abre de par en par y donde debería haber un grito desgarrador, sólo hay silencio. Una lagrima cae por mi mejilla mientras pienso en la silla haciéndose trizas contra el suelo.

Era mi seguro y yo lo he destruido. Se lo he puesto en bandeja. Veo que gira la cabeza mientras sonríe burlonamente y noto como su mano me atraviesa el alma.

El reloj muestra las 3 de la mañana.

viernes, 15 de noviembre de 2019

Ángel guardián


Cuando ves a la muerte a la cara y te lleva al mismo infierno, donde te dice que pasaras la eternidad ahorcado en un árbol de un bosque lleno de gente igual tú, agonizando, sin casi poder respirar y rezando para que llegue el fin de ese sufrimiento del que por mucho que lo desees, sabes que nunca llegara, es cuando comprendes que no fue tan buena idea haberse cortado las venas con aquel cuchillo…

Pero la vida, por llamarlo de alguna manera, te da una segunda oportunidad. Despiertas en un hospital, la luz te deslumbra y escuchas voces a lo lejos. Intentas ver a tu alrededor, pero ves tan borroso que no distingues nada. Pasan los minutos, empiezas a escuchar las voces más cerca y tus ojos empiezan a enfocar. Ves y oyes a tu familia, allí reunida junto a ti, llorando, abrazándose y dándose pequeños empujones para poder ver por encima del medico que te apunta con una linterna a los ojos y te dice que sigas la luz con la mirada.

Pasan los años y ya siendo mayor de edad, empiezas a recorrer el mundo. Visitas lugares que jamás pensaste que existían. Conoces curas, sacerdotes, monjes, gurus, curanderos, imames, rabinos... A todos le preguntas lo mismo y todos te dan la misma respuesta, “aquel a quien llaman dios y el cielo que gobierna, solo se puede llegar cuando eres puro de corazón y haces el bien”. Decides hacerles caso, ser bueno con la gente, convertirse en un buen samaritano, ser un ángel guardián.

Siguen pasando los años y piensas que no conseguirás nunca ser el guardián de nadie, pues piensas que nadie necesita tu ayuda y a nadie puedes salvar... El tiempo no se detiene y sigues pensando que nunca te libraras de tu maldición y que, llegado el momento, volverás a ese infinito bosque. Aprietas los puños con tanta fuerza que te sangran las manos, lloras de impotencia y caes al suelo de rodillas, mirando al cielo, implorando una respuesta a una pregunta que nunca formulaste.

Pero un aire frío azota tu cara y a tu mente llegan todos los recuerdos de golpe. Recuerdas como conseguiste que una hija se reconciliara con su madre, como salvaste la vida de un compañero a punto de saltar al vacio, como abriste los ojos de una mujer desesperada en su relación y a un amigo a dejar el alcohol. No, no has fracasado en tu misión, lo estas haciendo bien, estas limpiando tu alma y ganándote tu puesto en eso a lo que llaman “paraíso”.

Te secas las lagrimas, te levantas, te limpias la sangre de las manos y comienzas andar pensando que lograrás salir de ese bosque, de curar tus cicatrices y ganarte las alas para que, llegado el momento, no seas acompañado, sino que iras volando a tu destino.

miércoles, 16 de octubre de 2019

Amantes


Solos en la habitación, tumbados en la cama yacen sus cuerpos semidesnudos. Ella duerme profundamente mientras él la observa en silencio, sin hacer ningún ruido, temiendo respirar demasiado fuerte para despertarla.

Él mira su cuerpo, pensado la suerte que tiene solo con el hecho de estar tumbado a su lado.

Observa su pelo negro, tan oscuro como la noche, y de una suave caricia le aparta un mechón para dejar su cara descubierta. Muy despacio, se acerca a ella y le da un cariñoso beso en la frente mientras sonríe. Ella respira profundamente y se da la vuelta dándole la espalda. Él sonríe aún más, estira su mano y comienza acariciarle la cabeza, deslizando sus dedos entre su lacio cabello.

Posa su mano sobre su hombro y va bajando suavemente mientras besa su brazo hasta llegar a su mano, donde acariciando sus finos dedos se tumba a su lado.

Sujetándola por la cintura, acerca su cuerpo hacia ella, oliéndole el pelo, pelo que huele a melocotón.

Rodea su cuerpo con su brazo y le da un ligero apretón volviendo a besarla, esta vez en la espalda. Ella vuelve a respirar profundamente y, de nuevo, se da la vuelta.

Ve que se ha despertado. Ella le mira fijamente y le devuelve la sonrisa.

La coge entre sus brazos, arrima su cuerpo en un fuerte abrazo y se funden en un beso...

jueves, 16 de mayo de 2019

¡Te odio!

Creo que todo ocurrió hace 14 años. No recuerdo como empezó, seguramente alguna tontería, pero ese día no nos cortamos con nada. Empezamos a decir y hacer de todo... Una parte de mi sabia que iba acabar mal, pero no podíamos parar.
Y fue cuando esas palabras que nunca debí decir, que nunca pensé y que siempre me arrepentí de decir fue el peor momento de mi vida...

La discusión subía el tono a cada minuto que pasaba. Las palabras cada vez hacían más daño, herían como cuchillos y al final nos desgarramos el corazón...
Sigo intentando recordar como empezó, que fue lo que dijimos o simplemente como llegamos a esa situación, pero nunca consigo acordarme. Simplemente nos veo a ambos, uno enfrente del otro, gritando...

Pero hay algo que si recuerdo.
Recuerdo decir que le odiaba, que ojala nunca hubiera existido ni nunca le hubiera conocido.
También recuerdo que ese fue el fin de la discusión. Recuerdo sus ojos llenos de lagrimas. Recuerdo como dejo de moverse, de erguirse como nunca le vi, dar media vuelta, cerrar la puerta y no volver a verlo nunca más.
Tras un momento de duda, salí corriendo detrás. Abrí la puerta y grite su nombre, pero lo único que me respondió fue el silencio en aquel oscuro portal.
Baje las escaleras corriendo tan rápido como mis piernas me dejaron, pero no pude alcanzarle. Al salir a la calle vi que estaba desierta, no había nadie a quien poder preguntar, nadie que le hubiera visto.
Me recorrí las calles en su búsqueda, ya no me importaba la discusión, lo que me había dicho o lo que le dije yo, solo quería encontrale, pedirle perdón y volver a casa los 2... Pero fracase, por mucho que buscase y gritase, nunca le encontré.

Volví a casa, pedí en el trabajo varios días libres, vacaciones, cambios de turnos y muchos favores para poder estar en el momento en que decidiera volver. Poder verlo, abrazarlo y pedirle perdón una y otra vez por aquellas palabras.
Pasaron días, semanas e incluso meses sin que volviera a verle. Llamaba a su móvil, pero siempre contestaba el buzón de voz. Llame a su familia, amigos y compañeros, pero todos me decían lo mismo “no lo hemos visto, hace tiempo que no viene por aquí”.
Pregunte en comisarias y hospitales, pero volvía a recibir la misma respuesta. Es como si hubiera desaparecido del planeta.

Deje de trabajar, de relacionarme con la gente, de salir de casa, de comer y por ende, mi salud se vio afectada...
Caí en coma.
Fue casi un milagro que siga viva, pues cuando me encontraron estaba a punto de morir, de darme por vencida.
Ahora duermo en un hospital, como a través de un tubo y casi no puedo ni moverme. Deje de contar los compañeros de habitación que tenia, eran demasiados para llevar la cuenta.
Mis amigos vinieron a verme los primeros meses y mi familia los primeros años.
Ahora estoy sola... Con el tiempo me dieron una habitación solo para mi, pues las personas que estaban a mi lado decían que gritaba en sueños, lloraba y que incluso intentaba levantarme de la cama.
Pero no puedo culparlos, a mi también de daría miedo tener alguien así al lado.

Los médicos no saben que me pasa realmente, pues dicen que nunca habían visto algo parecido. Mis músculos, huesos y órganos se van consumiendo más rápido de lo normal. Me dijeron que es como si hubiera envejecido 40 años en unos pocos meses. Ha venido gente de todas partes del mundo para intentar detectar que es lo que me pasa, darle una solución o incluso un nombre, pero nunca consiguieron nada.
Me intentaron entrevistar, pero mi estado no pasaba por el mejor momento y me fue casi imposible hablar. Lo prorrogaron un par de veces, pero al final desistieron en hacerlo...

Y ahora, sabiendo que mi momento esta cerca, quiero dejarte escrito todo lo que me paso, pues, al despertarme, he visto esa rosa sobre mi cama, sobre mi y he sabido que has sido tú quien me la ha dejado mientras dormía, pues supongo que no querrías hablar conmigo después de todo lo que paso.
Aunque, como dije al principio, me arrepiento de todo lo dicho, no se de quien fue la culpa de aquella discusión, ni lo quiero saber. Solo se que aquellas palabras que nunca debí pronunciar y te alejaron de mi han estado atormentándome toda la vida.

Quiero que sepas, que nunca he dejado de buscarte, ni de pensar en ti, pues te ame desde el momento en que te vi, durante todo el tiempo que pasamos juntos y te seguiré amando allá donde la muerte me lleve.
La rosa que me has dejado es preciosa y me gustaría llevarla conmigo a la otra vida. La agarrare tan fuerte como mis frágiles manos me dejen cuando de mi último aliento y, con su ayuda, me quedare eternamente pensando en ti...

miércoles, 13 de marzo de 2019

Lujuria en el extrarradio



Entraríamos por la puerta, te dejaría ir hacia delante mientras te quitas el abrigo. Te daría un abrazo apretando todo lo que pudiese dándote un beso en el cuello mientras te estremecieras al sentir el abrazo y el beso por sorpresa.
Te cogería por la cintura, te giraría mientras veo tu sonrisa y te la quitaría de un beso en la boca, juntando tu lengua con la miá a la vez que siguiera rodeándote la cintura con mis brazos para poder atraerte hacia mi sin dejar de besarte e inclinándote levemente hacia atrás para quedar sobre ti.
Enderezaría tu cuerpo mientras mis manos se deslizasen de tu cintura hasta tu culo mientras veo como me sonríes e intentas darme otro beso. Te levantaría en vilo, cruzando tus piernas sobre mi y te llevaría hacia el dormitorio mientras nuestras bocas y nuestras lenguas siguen jugando.

Posaría tu cuerpo sobre la cama, me tumbaría sobre ti, estirando tus brazos y sujetando tus muñecas para que no pudieras moverte y, estando sobre ti, dejaría el espacio justo para que intentases besarme, pero no llegarías, viendo como sonrió victorioso hasta que un segundo después mis labios cayeran sobre los tuyos fundiéndonoslos en un beso eterno.
Sin dejar de sujetarte las muñecas, iría besando tu cara, despacio. Tus orejas, aún más despacio. Frotando mi nariz sobre tu cuello desnudo mientras intentas liberarte de mi. Comenzaría a besarlo, tranquilamente, sin ninguna prisa, como si no existiera el tiempo, pasando de un lado a otro mientas alternara entre beso, beso, beso y mordisco hasta que finalmente retrocedierael camino hecho, con la misma prisa con la que la inicie para terminar besando un boca.

Sonreiría y te soltaría, aunque tu estarías tan pendientes de mis labios, mi lengua y mi boca que no sabrías que lo he hecho. Segundos después, cogerías mi cabeza y te abalanzarías contra mi para darme otro beso. Volvería a besarte el cuello, esta vez con las manos en tu camisa, besándote mientras te desabrochara botón a botón, dejando tu pecho al descubierto, donde hundiría mi cabeza unos segundos para comprobar que me apretarías aún más contra ellas. Cogiéndolas, apretándolas suavemente, besándolas, mordiéndolas. A ellas y a los pezones, que irían poniéndose tan duros que hasta dolerían.

Seguiría bajando por tu cuerpo, besando tu tripa, tus caderas, tu ombligo mientras siento como se estremece tu cuerpo con cada beso. Sabiendo que te estarías mordiendo el labio y tus manos agarrando las sabanas en un vano intento de que tu cuerpo no se mueva para poder disfrutar de cada beso
Desabrocharía tu pantalón, bajándolo suavemente mientras te voy besando tus largas piernas, hasta llegar a posar mi mano y mi boca sobre tus pies, donde los sujetaría con fuerza, te miraría con una picara sonrisa, te abriría de piernas y hundiría mi lengua en tu sexo, donde, sin poder controlarte, lanzarías un pequeño grito de placer para después posar tus manos sobre mi cabeza y apretarlas contra el para que no pueda separarme nunca mientras gimes de placer.

Y tras haber conseguido hacerte llegar al punto más alto del placer 2 veces, me levantaría, quedándome de pie frete a ti. Tu, aún excitada, me mirarías preguntándote por que he parado para un momento después, lanzarte contra mi, quitarme la camiseta para poder morderme la tripa, desabrochar y bajar el pantalón, de donde saldría mi pene con una gran erección, con el cual juguetearías, acariciando y besando hasta que lo agarrarías y llevarías a la boca haciendo que hunda mis manos en mi cara, mire al cielo y hacerme soltar un gran gemido de placer.

Al terminar, te volverías a tumbar, abriéndote de piernas enseñándome tu sexo mientras me miras con una sonrisa, donde acto seguido penetraría con fuerza, agarrándote por la cintura, los hombros, los brazos, mientras el cabecero y nuestros gritos de placer delatarían nuestras más bajas pasiones. Cambiando de postura para intensificar el placer hasta que finalicemos en un único orgasmo y cayendo rendidos sobre la cama, donde te abrazaría de nuevo, apretándote contra mi cuerpo sudoroso y mordiendo tus hombros mientras ríes hasta comprobar que algo empieza a crecer, volviendo a empezar una vez más...

miércoles, 15 de abril de 2015

¿Infancia perdida?



¿Quién no recuerda salir con sus amigos a jugar? ¿Aquellos “5 minutos más”? ¿Esas tardes que nunca terminaban? Pues yo soy el caso contrario. No digo que no haya hecho todo eso y mucho más, lo que digo es que no recuerdo casi nada de ese tiempo pasado. Y no, no hablo de cuando tenia 5-6 años, hablo de cuando tenia 10, 14, 16... Vamos creciendo, cambiando de juegos, lugares, juguetes...

No se cuando empezó a pasar, pero cada día va a más, no recuerdo casi nada (por no decir nada) de aquella época en la que poco importaba, todo valía, todo era nuevo, no parabas de divertirte y descubrir. Lo malo es que yo no consigo encontrar ese momentos en mi memoria, tengo vagos recueros, ni siquiera consigo identificar las fotos, nada... es como si algo o alguien hubiese borrado o escondido aquellos pensamientos de mi mente, que todos conocen y saben y no me quieren contar... ya que los oigo hablar y no me entero, no les sigo, no lo recuerdo.

Me entristece saber que no podré rememorar momentos en los que este triste o poder contarle a mis hijos/nietos lo que hacíamos de pequeños.

Esa laguna cada vez es más grande y profunda y yo solo no puedo cruzarla, necesito ayuda, lo reconozco, pero ¿A quién se la pido? Y más importante aún ¿Cómo? Se esta extendiendo muy rápido, casi no recuerdo lo que paso hace unos pocos años (y no, no soy un viejo, aún soy “joven”) pero empiezo a preocuparme, pues si he vivido una cuarta parte de mi vida y casi no tengo recuerdos ¿Qué recordaré cuando tenga 60-70 años? ¿Seré una persona sin recuerdos? ¿Recordaré llamar a mis amigos? ¿Recordaré quien es mi familia? ¿Sabré volver a casa?

El tiempo corre y mi mente se vacía por momentos, empiezo a tener miedo, temo tener algo en la cabeza que no me deje recordar nada, tener algo que no me permita reconocer a nadie, miedo a quedarme solo cuando este rodeado por extraños que dicen ser mi familia...

viernes, 13 de junio de 2014

¿Realmente queremos llegar a esa edad?


Estando en el hospital ves como todo el mundo (enfermo o no) esta esperando su turno. Unos más pacientes que otros...
Pero lo que más me llama la atención siempre suelen ser nuestros mayores, los más ancianos, los que ya han vivido una vida casi completa. Los ves moviéndose torpes, con ayuda de un bastón, una silla de ruedas o de los propios familiares.

Entonces es cuando te quedas pensando "¿Realmente quiero llegar a ese estado?" ¿Destrozando a mi familia día si, día también con todas las pastillas que necesitaré, con las frecuentes visitas al médico y todos pendientes de mi?

Espero que no llegue ese día o que por lo menos que cuando llegue sea capaz de hacer las cosas por mi mismo y depender lo menos posible de los que me rodean.

viernes, 11 de abril de 2014

No me da la gana...


¡No me da la real gana, punto! Si tanto queréis, hacerlo vosotros, pero si no sois capaces ni de esperar un maldito día lo siento mucho, pues hasta el mes que viene como poco no voy ni a pensármelo por mucho que me digáis. Cada uno tiene sus propios problemas y creo que esto puede esperar un poquito.

No quiero hacerlo y punto, no me vengáis diciendo que lo mire en un momento o le pregunte que quiere. No quiero hacerlo. Cuando haga algo por los demás sin estar todo el día quejándose o gritando me lo pensare. Mientras tanto os seguiré dando largas sin entender porque seguís defendiéndole. Vuestras razones tendréis y no me importa cuales sean, pero yo no las comparto, yo tengo mis propias razones para no hacerlo, así que dejar de darme la tabarra.